domingo, 22 de mayo de 2011

GÚDAR-JAVALAMBRE

La comarca de Gúdar-Javalambre es la mas meridional de Aragón y ocupa la porción de la provincia de Teruel, limitado directamente con la comunidad Valenciana, con la que, a lo largo de toda la historia, ha mantenido estrechas relaciones. Con una extensión de 2.351 km², incluye 24 términos municipales, habitados en el año 2011 por 8.674 personas.

Establecer el primer momento de ocupación en las sierras de Javalambre y Gúdar es una cuestión un tanto prolija. Como sucede un casi toda la provincia, apenas hay yacimientos paleolíticos y, cuando aparecen, resultan problemáticos, hemos de tener en cuenta que a lo largo del Paleolítico ha habido episodios fríos muy acusados.

Los grupos de cazadores y recolectores que habitan en Levante, Cataluña y valle del Ebro, encontrarían dificultades para penetrar en estos lugares, donde la elevada altitud media supone una barrera difícil bajo condiciones glaciares, como las que se impusieron en determinados momentos. Eso se une a la baja demografía que caracteriza a estas sociedades, en las que unos pocos individuos se agrupaban en bandas itinerantes que ocupaban amplios territorios. Todo ello, hasta cierto punto, justifica la ausencia de restos, aun que no podemos descarar que en episodios de climatología más favorable o aprovechando zonas de refugio, gentes del Paleolítico habitaran estas tierras.

Durante el Epipaleolítico e inicios del Neolítico, sí se atestigua la presencia de grupos humanos en estos territorios. La suavización climática que acontece tras el final de última glaciación, especialmente el denominado periodo Atlántico ( c.7000 antes del presente), propicia una extensión de las poblaciones. Probablemente estos territorios debieron ser objetivo de colonización gradual por grupos de cazadores-recolectores de las tierras bajas de Levante, incluso Bajo Aragón, que portan un utillaje en el que destacan armaduras de flechas formadas por pequeñas piezas geométricas como trapecios, triángulos y segmentos. Estas gentes establecían sus campamentos al aire libre, aprovechando el refugio proporcionado por pequeños abrigos rocosos y cuevas poco profundas.

En la comarca existe un único conjunto, localizado en 1994 por J.I.Royo en el Barranco de Gibert en Mosqueruela. En una pequeña oquedad abierta en un estrato calcáreo se ha representado lo que parece una escena en la que se enfrentan dos grupos de arqueros. Todas la figuras son de pequeño tamaño, color rojo, forma estilizada, actitud dinámica y entre ellas destaca un personaje central con tocado de plumas.
Estas poblaciones, que practicaban la caza y la recolección de vegetales silvestres como de subsistencia, van a sufrir la llegada de una nueva economía basada en la agricultura y ganadería. Hace unos 7000 años, en Levante encontramos los primeros indicios del cultivo de cereales y de la cría de ovejas y cabras. Es posible que tales cambios fueran traídos por “colonizadores”, que inicialmente se establecían en las proximidades de la costa y, posteriormente, experimentaban una progresiva expansión hacia el interior. Si esto fue así, sin duda supondría una frecuente fuente de conflictos entre los recién llegados, con una economía agraria y un rápido crecimiento, y los indígenas viviendo de la caza y recolección. ¿Son estas luchas lo que parece representado en el Barranco de Gibert y en otros conjuntos levantinos? No lo sabemos con certeza, pero no deja de ser una sugerente posibilidad.

La edad de Bronce, cuya duración aproximada se extiende entre el 2400 y el 1000 a.C. Representa un periodo de sumo interés, relativamente bien conocido en la comarca, cuyo rasgo definitivo es la aparición de auténticos poblados en altura con estructuras estables. Desde el punto de vista económico, las primeras etapas ( Bronce antiguo y medio) se van a caracterizar por el desarrollo de la economía agraria, basada en el cultivo de cereales y leguminosas, que se practicaría en campos alejados situados a pie de los poblados, y en la cría de ovejas y cabras. El vacuno se destinaría al consumo de carne, pero también se elaboran productos lácteos- cuya preparación se relaciona con unos vasos cerámicos llamados “queseras”-y, probablemente el ganado vacuno se utilizó en tareas de tiro. La alimentación se complementaría con algo de caza, básicamente ciervos y conejos, y la recolección de vegetales silvestres como bellotas.
Cultivos, ganadería extensiva, junto con la construcción, la obtención de leñas para hogares y otras actividades productivas provocaron una paulatina deforestación, la cual incidiría sobre las formaciones de robles y encinas, que verían menguada su extensión de forma significativa, mientras que los bosques de pinos, de más fácil regeneración y situados en zonas de menor interés productivo, permanecerían mas o menos estables.
En el campo tecnológico se va a producir la generalización del metal, inicialmente cobre y, algo después bronce, no obstante, el repertorio de objetos metálicos es escaso.

Uno de los rasgos destacados del poblamiento del Bronce es la configuración de un grupo cultural que, en alguno de sus limites, parece coincidir con los de la comarca y norte de Valencia que se articula a partir de grupos de destacados que desempeñarían el papel de “centros comarcales”, tal vez marcados donde se concentrarían las transacciones, y por donde se impone un particular modo de decorar las cerámicas.
Este mundo termina hacia el 1550 a.C. Los poblados del Bronce medio son destruidos (p.e. Hoya Quemada) o abandonados. La ordenación territorial se rompe, desaparece la estructura basada en esos centros comarcales, los modelos decorativos de cerámicas también se extinguen y parece que esta zona entra en una profunda crisis, aparentemente asociada a una importante recesión demográfica.
La coyuntura empezara a cambiar unos siglos más tarde, en fechas un tanto difusas hacia 1200-1150 a.C. Se inagura una nueva etapa, el Bronce final, que se prolongara sin discontinuidades evidentes durante la primera Edad de Hierro, momento en que se configura la potente cultura ibérica.
El desarrollo de poblados relativamente grandes en lugares elevados, que conviven con otros mucho más pequeños y rango aparentemente menor, se irá consolidando a lo largo de la primera Edad de Hierro. En el caso del privilegio, próximo a el Castelar o de Osicerda I ( Mosqueruela), excavado en los años 80por J.A. Azorín y A. Sancho. Se caracterizan por su elevada altitud, extensión amplia, urbanismo regular con calles que aíslan manzanas de viviendas rectangulares o cuadradas y sistemas de fortificación en los que se asocian una o varias líneas de murallas con bastiones y en caso de Osicerda también fosos.
Estos poblados, como otros mucho más pequeños, incorporan con frecuencia molinos barquiformes de arenisca utilizados para la preparación de harinas, por lo que a pesar del entorno montañoso debemos pensar que la agricultura cerealista era importante. Ademas, se caracterizan por contar con cerámicas a mano bastante toscas, junto con otras producciones de calidad con decoraciones incisas y acanaladas. También suelen encontrarse algunos fragmentos de cerámicas de técnica ibérica, que presentan la novedad de estar realizadas a torno. El comienzo del proceso iberizador se rastrea en el registro arqueológico por la irrupción y expansión de las cerámicas fabricadas a torno, con tonalidades ocres y anaranjadas y sencillas decoraciones.
Tras las destrucciones y/o abandonos que hacia mediados del siglo V a.C. sufren los asentamientos del final de la primera Edad de Hierro, en la llamada crisis del Ibérico Antiguo, toda la comarca se va llenando se yacimientos de diversa categoría. En los siglos siguientes, durante las fases Plena y Tardía de la cultura Ibérica, encontramos poblados por todos lados, en unos casos relativamente grandes y distantes ( San Antonio de Mosqueruela, Los Castillejos de Puertomingalvo).

Poco después, en la época imperial, se generaliza la típica y eficaz ordenación territorial romana, a partir del establecimiento de municipios, con estatuto jurídico romano, y ciudades de orden menor distribuidos de forma regular que ejercen las cabeceras político-administrativas de un territorio. Mientras, los poblados en altura desaparecen de forma definitiva, en un proceso probablemente propiciado desde el poder y favorecido por el clima de la estabilidad. La población se establecerá en llano, al pie de antiguos asentamientos, en lugares mucho más accesibles y cómodos.
En estos establecimientos, básicamente de carácter rural, se encuentran las típicas vajillas de mesa con barniz rojo, terra sigillata, tanto de origen itálico como hispano. Su presencia revela una creciente y desigual romanización, puesto que estos productos no llegan con la misma facilidad a todos los sitios, siendo relativamente abundantes en las zonas más accesibles.

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